martes, 8 de enero de 2008

Don Retortijones Fuertes de Cervantes y Saberlo



Hoy traemos a colocación la vida de un ilustre señor fajado de la vida y fajitas de ternera. Su nombre no es baladí ni juandedios, ni siquiera caucásico o hipermetrópico. Su nombre es, Luis, y lo voy a decir en bajito para que no nos oiga nadie: Don Retortijones Fuertes de Cervantes y Saberlo. Sus amigos lo llamaban Retor, porque todo se lo metía por ahí, y claro, luego no había quien le pusiera una lavativa...

Su vida transcurrió entre algodones y pamplinas, más pamplinas que algodones, lo que causaba que cuando se caía, le doliera. Si no le dolía él no era feliz. Fue el primer caso de masoquismo conocido en su familia, pero no fue el único que existió sino más bien al contrario: fue el único.

Su muerte es capítulo de otro libro y otra historia, y por hoy tenemos suficiente para que duerma la criatura. Y si no, le cantamos una NANA:

Arrorró mi niiiño
duérmete ya mi amooor
que si no viene Retorr
y te mete una lavativa que te cagas...

Esto es todo por el momento, Luis.

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